lunes, 9 de diciembre de 2019

El clasicismo barroco de Iñigo Jones. Introducción.

A la hora de hablar de la arquitectura renacentista inglesa se debe tener en cuenta que este país fue el más reticente a la hora de adoptar las formas venidas de los S XV y XVI de Italia, y que solo pudo llegar al clasicismo pleno a principios del XVII con la genial figura del arquitecto Iñigo Jones. Durante todo el XVI solo podemos ver pequeños detalles renacentistas desperdigados por obras eminentemente góticas, y que al lado de las obras de Jones resultan de un medievalismo exacerbado. Curiosamente esta llegada tan tardía a la antigüedad griega y romana provocó que el barroco en Inglaterra fuera mucho más atemperado que en el resto de Europa y con un componente muy importante de clasicismo arqueológico, lo que derivó en una transición muy suave hacia el neoclasicismo del S. XVIII

El S. XVI en Inglaterra se vio condicionado por una convulsa situación política, una de las mayores de la historia de ese país. Debido a esto los ideales renacentistas no tuvieron un gran calado. Estos tuvieron una tímida introducción con las figuras de John Colet y Tomás Moro, quienes mantenían contacto con el movimiento humanista de la Europa continental. En el año 1518 Tomás Moro publicó, gracias a la ayuda de Erasmo de Rotterdam, su Utopía. La primera mitad de este siglo coincidió con el reinado de Enrique VIII (1509-1547), durante el cual tuvieron lugar la Reforma protestante y la escisión de la Iglesia Católica. Esto provocó un alejamiento deliberado por parte del rey de todo aquello que venía de Italia, ya que este se unía de manera subconsciente al Vaticano y al catolicismo, lo que provocó que en las artes, y entre ellas en la arquitectura, apenas tuvieran repercusión las innovaciones renacentistas.

Todo esto, unido a la enorme importancia de la tradición en la construcción de edificios desembocó en que durante todo el S. XVI la arquitectura inglesa siguiera en esencia las pautas del gótico perpendicular, a pesar de lo cual algunos elementos de carácter renacentista fueron introduciéndose en la estructura de los edificios y especialmente en detalles ornamentales; los elementos renacentistas se hacían más presentes en la arquitectura más cercana a la corte, mientras que a medida que se produce un alejamiento de esta la dependencia del gótico se hace mayor. De la combinación de estos dos estilos (gótico tardío y renacimiento italiano) nació el llamado estilo Tudor, que dominó toda la primera mitad del siglo.

Hampton Court Palace, Williams, J. Bettes y Townly, S. XVI

El ejemplo más célebre de la arquitectura de este estilo es la residencia de Hampton Court, construida por Williams, J. Bettes y Townly y encargada por el cardenal Thomas Wosley, figura de capital importancia en los primeros años de reinado de Enrique VIII y principal responsable de la política exterior de su país hasta su caída en desgracia alrededor del año 1527. En esta obra, de tradición visiblemente gótica en sus monumentales torreones, su patio o su gran salón con techo de madera, nos encontramos con elementos ornamentales renacentistas de carácter arqueológico, como los medallones con los rostros de emperadores romanos o las hojas y los puttti de las enjutas del tejado. Esto pudo ser debido al carácter del edificio de escenario para fiestas culturales con referencias a la antigüedad y a la intervención en la decoración del artista italiano Giovanni Benedetto da Maiano.

Burghley House, William Cecil, S. XVI

La segunda mitad del siglo, tras los breves pero importantes reinados de Eduardo VI (1547-1553) y María Tudor (1553-1558) estuvo dominada por la figura de Isabel I (1558-1603). Tras la restauración del catolicismo por parte de María en el año 1553, la reina Isabel volvió a la Iglesia anglicana, sometiéndola al poder de la corona. Entre los hombres de confianza de la reina, quien progresivamente fue desarrollando una política más autoritaria, estaba William Cecil, de carácter moderado. A él le se le debe una de las obras más importantes de esta etapa, la Burghley House de Northamptonshire.

Longleat House, Robert Smythson, S. XVI

Esta monumental obra se inscribe dentro de una nueva tradición diferente del estilo Tudor y que se ha denominado como arquitectura isabelina o jacobea. Es una mezcla de elementos de la arquitectura tradicional inglesa (gótico perpendicular), del primer Renacimiento italiano, del estilo francés del Loira y la decoración de bandas flamenca. El edificio cuenta con un patio de tres pisos de altura tiene tres órdenes aplicados de manera correcta, pero mezclados de una manera despreocupada con otro tipo de elementos ya que el tercer piso, de orden corintio, cuenta con un mirador de tradición inglesa. Encima de este, la cubierta del edificio cuenta con una ampulosa ornamentación a base de bandas y obeliscos. Este eclecticismo puede deberse entre otras cosas a la intervención en el proyecto de múltiples arquitectos provenientes de Francia o de Amberes.

Hardwick Hall, Robert Smythson, S. XVI

Frente a esta arquitectura espectacular, en esta época encontramos ya un arquitecto de renombre, Robert Smythson, al que se le atribuyen edificios de gran importancia como la residencia del parlamentario Sir John Thynne en Longleat, Hardwick Hall y Wollaton Hall, todos ellos de carácter más sólido, equilibrado y austero que anticipan el neopalladianismo que veremos en Íñigo Jones. La primera de estas obras cuenta con una planta simétrica, una pequeña portada de estilo italiano, una cubierta plana, y ventanas más propias de la tradición del gótico perpendicular. Los miradores, al contrario que en la Burghley House se integran de una manera más armónica en el conjunto, y la decoración flamenca de bandas aparece únicamente en la balaustrada de la azotea.

Wollaton Hall, Robert Smythson, S. XVI

Tras la muerte de Isabel II subió al trono Jacobo I Estuardo, que unificó Inglaterra y Escocia y siguió con la dependencia de la Iglesia al poder Real, lo que le valió el odio tanto de los calvinistas más integristas como de los católicos, lo que provocó una gran crisis a su muerte, crisis que el siguiente monarca Carlos I (1625-1649) no supo o no pudo controlar y que acabó desembocando en el año 1645 en una Guerra Civil. En esa época fue cuando brilló la figura del arquitecto Íñigo Jones (1573-1652).

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